Las revoluciones son hijas de los
estómagos hambrientos. La pobreza puede ser un factor decadente para una
sociedad, el hambre es un factor destructivo. El hambre es lo que puede
conseguir que un trabajador parado salga de su casa empuñando un arma dispuesto
a atracar, y dar así con sus huesos en prisión en el mejor de los casos, o en
las tierras de un cementerio en el más trágico. Estas situaciones parecen
sacadas del siglo XIX o de los albores del siglo XX, pero parece una paradoja
que en un Estado presuntamente democrático en pleno siglo XXI, como es el
español, estemos asistiendo a una situación donde trabajadores y
trabajadoras ven cómo sus derechos se han mermado notablemente y familias
enteras se están viendo condenadas a la miseria mientras las grandes empresas y
los grandes bancos siguen obteniendo beneficio condenando al desamparo a una
gran parte de la población. Ante esto, el ayudar a personas en situación de
necesidad mediante la expropiación a grandes empresas como son
Mercadona y Carrefour, las cuales se lucran explotando a trabajadores en
condiciones precarias, en ningún caso puede considerarse un robo sino un acto
de justicia social. No se puede utilizar la ley arbitrariamente, si a los
militantes del SAT se les tacha de delincuentes, debería tratarse
como tal a aquellos que se lucran del trabajo asalariado, a aquellos que no
tienen escrúpulos en desahuciar a las familias de sus casas, a aquellos que
financian con fondos públicos a la banca o a los que roban sin piedad en las
arcas públicas. ¿Por qué no se mide con el mismo rasero? Porque las leyes están
hechas para proteger a los ricos, sus intereses y las de sus propiedades
mientras los desposeídos se encuentran sin amparo material ni legal.
Es por eso que todas estas acciones son
necesarias para concienciar y sensibilizar a la población de que debemos
rebelarnos contra las injusticias, porque, de lo contrario, no vamos a
conseguir nada. Sólo a través de la lucha podemos conseguir defender los
derechos que tan vilmente nos quieren arrebatar. Así pues reivindicamos la
máxima de Emma Goldman cuando explicaba a las trabajadoras en las reuniones de
Mujeres Libres durante la revolución española que debían pedir trabajo, y que
si no se les daba trabajo, que debían pedir pan, y que si esto tampoco les era
entregado, debían, entonces, cogerlo.
Por todo eso, desde la Asociación de
Estudiantes de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid queremos apoyar al
Sindicato Andaluz de Trabajadores, no sólo por la expropiación de los
supermercados, sino por su trayectoria de lucha y por la ocupación de la finca
de Somonte y la desalojada recientemente finca de las Turquillas. Ojalá
existieran más organizaciones con esta conciencia y este compromiso
social.
Nuestro modesto gesto de solidaridad no
hace otra cosa que evidenciar que el SAT se ha convertido en una organización
de referencia. Por eso desde Madrid queremos mostrar nuestro más
sincero apoyo a los compañeros que han sido detenidos y pedimos su absolución,
así como condenamos el desalojo de la finca de las Turquillas. Mostramos
nuestra ayuda como estudiantes de derecho que próximamente tendremos que lidiar
con leyes injustas que atacan a los trabajadores, pero en este marco legal
nocivo siempre estaremos al servicio de la clase obrera, esperando que entre
todos construyamos otras leyes, otro mundo fuera del capitalismo.
¡LA TIERRA PARA
QUIEN LA TRABAJA!
¡ABSOLUCIÓN
DETENIDOS DEL SAT!
¡OBREROS Y ESTUDIANTES
UNIDOS ADELANTE!
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